15 de marzo de 2009

Ficha 11: Seguir a JESÚS!!!

1. Continuando con el tema anterior, la maduración de la fe se centra en descubrir y aceptar al Mesías tal como Dios lo revela, fijando nuestra mirada en Jesús.
Para ello, puede ayudarte dos momentos de oración con dos textos:

- Mc 8, 31-9,1

Jesús habla claramente de su destino: la Cruz.
En Pedro nos sentimos perfectamente reflejados.
La reacción de Jesús, enfrentándose con Pedro, nace de la hondura de su obediencia al Padre y de su sufrimiento ante la incomprensión de los suyos.
Soledad de Jesús, cada vez más total.
Todo creyente está llamado a perder la vida por ganarla.

- Lc 9, 28-36

Jesús subió a orar. Había fracasado su intento de traer el Reino mediante la liberación del amor. Necesita aclararse.
Una vez más, como siempre, dijo sí al Padre, que le hacía entrever la culminación de su misión en la muerte. Entonces se reveló su gloria, ¡cómo pertenecía Él al Padre!
Un Mesías crucificado parece la gran ruptura con todo lo soñado. Pero Moisés y Elías lo confirman; el AT entero está atravesado por la ley de salvación mediante el sufrimiento.

(Se puede leer, como complemento, Heb 11-12).

Pedro insiste en sus sueños mesiánicos... Nuestro pobre corazón humano cargado de sueño, torpe, hambriento de felicidad, seducido por el brillo superficial de las cosas...
Un día seremos introducidos en la nube y escucharemos la voz del Padre que da testimonio del amor de su Hijo hasta la muerte.

Pidamos al Espíritu Santo oídos para oír la voz del Padre y ojos para ver la gloria del Reino en este camino de rebajamiento.

2. El mejor modo de trabajar este tema no es hacer el análisis de nuestros miedos o de nuestros impulsos. Es probable que aparezcan los sentimientos contrarios: de echarnos para atrás ante semejante panorama o de desear imitar a Jesús, compartir con Él su amor generoso y despojado de todo.
Lo mejor es vivenciar todo aquello, aunque sea pobre y pequeño, que nos ayude a identificarnos con Jesús:

- Qué realidades estamos viviendo ahora mismo, de las que tendemos a
huir, pero que sabemos que nos obligan a salir de nosotros mismos, y por intuición, que nos ayudarán a crecer.
- Recordar alguna herida a la que no terminamos de dar sentido. Pedir el Espíritu Santo para que, mirando la Cruz, comencemos a "comprender".
- ¿Por qué no intentas asimilar las actitudes de Jesús en esa situación concreta que te molesta? ¿Qué haría Jesús en tu lugar?
- Cuando el amor comienza a ser evangélicamente libre, suele comenzar a sentir una serie de preferencias, que por sí mismas chocan con nuestro modo natural, por ejemplo, preferir callar a excusarse, preferir tener en cuenta a los ancianos y enfermos, o a las personas de convivencia difícil, preferir compartir lo que se tiene, preferir dar a recibir...

3. Ésta es la única pregunta de discernimiento que se pide en este momento: ¿Conoces la alegría de dar sin recibir, de amar ocultamente, de sacrificarte por los demás, de preferir la fe oscura a la fe sensiblemente gratificada?

No hace falta pensar en cosas heroicas y extraordinarias, sino de la vida ordinaria, por ejemplo, la satisfacción íntima de perder el tiempo escuchando problemas ajenos. Piensa también en el sentido de tu misión de animador janeriano.

4. Ilumina esta oración y este momento del proceso con las siguientes lecturas:

* Novo Millennio Ineunte (de Juan Pablo II) Nº25-26 Rostro doliente http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_20010106_novo-millennio-ineunte_sp.html



* Documento de Aparecida, capítulo 4 (Nº 140)
"Identificarse con Jesucristo es también compartir su destino: "Donde yo esté estará también el que me sirve" (Jn 12,26). El cristiano corre la misma suerte del Señor, incluso hasta la cruz... Nos alienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayer y de hoy en nuestros pueblos que han llegado a compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida."


CON OJOS JANERIANOS:


Ana María tiene una experiencia peculiar de la caridad divina, contemplada en la persona de Cristo: el amor que, al despojarse de sí mismo, redime y salva al hombre dejando en él la impronta de su mismo Ser. Porque el Hijo del hombre "no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos". CEM 1.3

1 de marzo de 2009

Ficha 10: ¿Dónde está el Reino?

El Reino es lo más grande, "lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, ni el corazón del hombre puede soñar" (1 Cor 2); pero el Reino está ahí "para quien tiene ojos para ver", pues no viene a lo grande, en poder y gloria, desde fuera. Está entre nosotros (Lc 17, 20-21).

1. Algunas pistas...

- A la luz de la persona y el estilo mesiánico de Jesús, ¿está cambiando tu modo de percibir la presencia y acción de Dios en tu vida, en lo que te rodea, en ti mismo?
- Concreta esto, señala signos del Reino.
- ¿Te ves distinto por dentro, aunque los demás te juzguen con los esquemas de siempre? ¿Otro talante de ser persona?
- ¿Menos ansioso, con menos prisa, con mejor aceptación de ti mismo?
- ¿Integras mejor libertad y fe, autorrealización humana y disponibilidad para con Dios, integración de necesidades personales y solidaridad con el prójimo?


- Lees tu historia de un modo global y unitario, y hasta lo más oscuro comienza a tener sentido.

- ¡Cuánto ha cambiado tu relación con Dios! Antes era algo impersonal o que dependía de tu estado de ánimo. Ahora es Alguien viviente, libre, inmanipulable, pero cercano, íntimo...
- Antes creías que la espiritualidad consistía en un "mundo aparte",
sublime, para especialistas. Ahora vas descubriendo que el Espíritu
actúa, lo recrea todo, desde la vida ordinaria y tus actitudes.


- Valoro más lo cotidiano (familia, trabajo, relaciones...). No que me
satisfaga más. Estoy aprendiendo a vivir a fondo.
¿Tampoco los signos anteriores los sientes como tuyos? Entonces, ¿qué pasa ? ¿Que algo te bloquea, aunque pones esfuerzo y trabajas el proceso de personalización? ¿Que no te implicas? ¿Necesitas hablar con alguien?

2. Por encima de todo, el Reino está donde está Jesús.

Jesús se manifiesta, principalmente, de dos modos:
a.
Haciéndose presente en nuestras vidas como fuente de nuestro ser y actuar.
Lee y ora con Jn 7.
Deja que el texto exprese y despierte en ti el misterio de la persona de Jesús que atraviesa la existencia de todo creyente.

b. En el rostro del hombre, especialmente del que sufre.
Lee y ora con Mt 25, 31-46.

Hay quienes primero descubren a Jesús en persona, y desde él, al prójimo, imagen de Dios vivo. Otros descubren el misterio del hombre, y a través de él, se encuentran con Jesús. Los caminos son múltiples. Lo definitivo es amar.
El Reino está donde se da el amor.

3. Ilumina tu oración con las siguientes lecturas:

*
Christifideles laici (de Juan Pablo II)
Nº41 La caridad, alma y apoyo de la solidaridad http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_30121988_christifideles-laici_sp.html

* Novo Millennio Ineunte (de Juan Pablo II)
Nº49 Apostar por la caridad
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_20010106_novo-millennio-ineunte_sp.html

CON OJOS JANERIANOS!!!
Madre Ana María Janer, servidora de la CARIDAD
En Ana María Janer el amor personal al Verbo encarnado se transforma en fuente inagotable de caridad hacia el prójimo. La caridad es el centro de su proyecto de vida y la nota dominante de toda su actuación. Porque del ejercicio mismo de esta caridad dimana su modo de estar unida al Señor y su peculiar manera de dejarse configurar por Él. Sin esfuerzo aparente y como dinamizada por el amor a su ,Señor, Ana María vive en perfecta unidad y armonía, por obra del Espíritu, el único y doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo . El Espíritu abre su corazón y todas sus capacidades humanas a la vida misma de Dios. La nota distintiva del verdadero amor, tanto desde el punto de vista antropológico como teológico, la constituye el fenómeno de la expropiación: el éxodo de quien sale de sí mismo y se vacía para pertenecer a otra persona, hasta el punto de que el bien ajeno se convierte en el bien propio. Este dato antropológico fundamental coincide con la forma revelada del amor en el misterio de la encarnación. Así lo vivió Ana María.

CEM 2.3